y quiere decir Agua
Grande
Por: Ramón Hernández Villoria
La mayoría de los habitantes de
Venezuela no sospechan siquiera que el origen del nombre de
su país tiene su raíz en una lengua indígena, autóctona,
diferente de la lengua traída por los colonizadores
españoles. Por tal motivo me siento obligado a exponer
algunas líneas al respecto a fin de rebatir la versión más
conocida, pero errónea, e interesada, acerca del origen del
nombre de nuestro país.
LA VERSIÓN DE LA PEQUEÑA
VENECIA
La versión más reciclada, e inflada por los medios de
comunicación social y otros medios de dominio cultural, es
la que refiere el nombre de Venezuela a una sugerencia del
navegante florentino Américo Vespucio a partir de un
diminutivo de la ciudad italiana de Venezia. Vespucio se
habría inspirado en la visión de los palafitos aborígenes en
las costas de Maracaibo, que avistó junto con Alonso Hojeda
y Juan De La Cosa en agosto de 1499 (1) ,
un año después de que Cristóbal Colón tocó el extremo
opuesto, el oriental, de nuestro territorio.
Se cita como supuesto documento
de esta afirmación la carta del 18 de julio de 1500 que
Vespucio dirigió a su protector Lorenzo Médici, en la cual
cuenta, después de abandonar la "isla de lo Gigantes" (se
ignora a cuál de las actuales islas neerlandesas se
refiere), lo siguiente:
"Di questa Isola fummo ad altra Isola commarcana di essa a
duci leghe, e trovammo una grandissima popolazione che
tenevano le lor case fondate nel mare come Venezia, con
molto artificio, e maravigliati di tal cosa, accordammo di
andare a vederli e comma fummo alle lor case vollovi
difendersi, che non entrassimo in esse..." (2).
La traducción al español da cuenta de una grandísima
población, en una isla vecina de la anterior por diez
leguas, que tiene sus casas con mucho arte construidas sobre
el mar, como Venecia. Esto es todo lo que escribió Vespucio.
No hay ningún diminutivo, no hay
ninguna pequeñez por ninguna parte. Por el contrario,
Vespucio destaca que la población es grandísima, y
construida con mucho arte.
En una carta-relación de fecha
posterior (Lisboa, 04 de septiembre de 1504), la famosa
Lettera, Vespucio resume sin detalles, pero con palabras
suficientes, el itinerario de sus primeros cuatro viajes por
el Nuevo Mundo. Esta Lettera es la génesis del concepto de
continentalidad desarrollado por él. La novedad y la
amplitud de las costas descritas fueron base documental para
la mayor parte de los mapas posteriores, incluso el
mapamundi del alemán Waaldsemüller (1507) que le concede el
nombre de Vespucio al continente. En la Lettera se lee lo
siguiente:
"Fumo a terra in un porro dove trovamo una popolazione
fondava sopra lacqua come Venetia; erano circa 44 case gran
adoso di capane fondate sopra pali grossissimi..."
(3).
Este fragmento no precisa la ubicación geográfica de los
palafitos, pero corresponde a la relación del primer viaje
de Vespucio donde describe costas de la futura centroamérica.
Al margen de las contradicciones reprochadas a los escritos
de Vespucio, que en tiempos pasados movieron a diversos
historiadores a designar, sin argumentos plenamente válidos,
unas u otras cartas como apócrifas, para dar veracidad y
autentificar a las restantes, es evidente que en ninguna
parte consta que Vespucio llamara "pequeña Venecia" (al
contrario, le pareció ver una "grandissima popolazione") o "Venezziola",
a ningún poblado de palafitos, ni en las cercanías de la
actual Maracaibo, ni en costas de la posterior centroamérica
que cita en la Lettera.
Sólo conjeturas muy vagas pueden
sustentarse para suponer en la culta imaginación del
cosmógrafo florentino el nombre de Venezuela que, según
dicen, él sugirió a su compañero de nave Juan De La Cosa,
presto cartógrafo de las tierras exploradas. De tenerse por
auténticas las cartas arriba citadas, es fácil deducir que
la expresión casas sobre el agua, como Venecia, es más una
figura literaria que otorga vívida ilustración a la
descripción de dos lugares distintos en ubicación y
similares en estructura, que a la sugestión de designar así
para los europeos algún nuevo lugar. Si la intención
comparativa hubiera sido más fuerte, el lugar hubiera sido
llamado Nueva Venecia. Se puede sostener, sin duda alguna,
que el asunto del diminutivo no pasa de ser una elucubración
o, sencillamente, un invento de historiadores muy
posteriores. Por otra parte, en sus escritos y mapas, Hojeda
y De La Cosa a veces llaman al golfo de Venezuela por ese
nombre, y otras veces como "Lago de Venecia", y esto es
quizás lo único que pudiera tenerse como posible argumento,
sin dejar de ser suposiciones poco científicas, para
respaldar el invento de Venezuela como diminutivo de
Venecia. En el mismo año en que Vespucio le escribía a
Lorenzo Médici, Juan De La Cosa anotó en su mapamundi del
1500 el toponímico "Veneçiuela", inscrito en la delineación
del golfo a la entrada del lago de Maracaibo (lago de San
Bartolomé para la época, pero sin rótulo en este mapa).
La coincidencia del año es otro
de los supuestos argumentos. Se dice que Vespucio le sugirió
el nombre a De La Cosa.
LA VERSIÓN DEL ORIGEN
INDIGENA
Hay una versión del origen del
nombre de nuestro país que tiene fundamentos más históricos,
mejor documentados, y que no son un invento o una
elucubración. Esta versión atribuye al nombre de Venezuela
un origen autóctono que los españoles se apresuraron a
reproducir. El apoyo documental a esta versión lo ofrece
Martín Fernández de Enciso en su libro "Suma de Geografía
que trata de todas las partes y provincias del mundo, en
especial de las Indias", editada en Sevilla en 1519, y que
es el primer impreso que habla del Nuevo Mundo. En él se
lee:
"y al cabo dela cerca de la tierra está una peña grande que
es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o
casas de indios que se llama Veneçiuela..." (4)
Es de suponer que este dato fue aportado por Hojeda y De La
Cosa a Fernández de Enciso porque él los conoció y viajó con
ellos en 1502 a las mismas costas. En cambio, es muy poco
probable que Vespucio y Fernández de Enciso se hayan
conocido. Algunos años más tarde, Juan Botero, en su libro
"Relaciones de Universales del Mundo", afirma que en el
golfo de Venezuela hay una población de indios con ese
nombre edificada en un peñasco "essempto y relevado que se
muestra sobre las aguas"
Véase que en ambos casos, los escritores dicen que el nombre
del poblado indígena es Veneçiuela. Ellos no dicen que los
españoles le hayan puesto el nombre, sino que sugieren que
ese es su nombre indígena y punto. Finalmente, en un
enunciado muy valioso, que reafirma la autoctonía del
vocablo, Antonio Vázquez de Espinosa, sacerdote español que
viajó por casi todo el continente en el último tercio de los
milquinientos, escribió en su "Compendio y descripción de
las Indias Occidentales", fechado en 1629, lo siguiente:
"Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere
decir Agua grande, por la gran laguna de Maracaibo que tiene
en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande
laguna..." (5)
Como puede apreciarse, la segunda versión tiene un apoyo
documental fehaciente y bastante antiguo. Esta versión es
históricamente asertiva, mientras que el cuento de la
Pequeña Venecia es nebuloso.
CONCLUSIONES
Todos los venezolanos conocemos, porque así nos la enseñan
en la escuela, la versión de que el origen del nombre de
Venezuela está en el corazón de un navegante italiano, que
al visualizar en nuestro territorio ciertas edificaciones,
añoró el recuerdo de un lugar europeo, Venecia, y le pareció
muy simpático llamar a este nuevo lugar con el agregado de
un morfema diminutivo, para significar la pequeñez de lo
nuevo en comparación con la grandeza de lo viejo: Venecia-zuela,
Venezuela. El señor Américo Vespucio jamás emitió por
escrito la palabra Venezuela o algo que se le pareciera. En
los documentos de la época escritos por él mismo, las únicas
referencias que hay a Venecia, están para comparar los
palafitos de la laguna de Sinamaica, y también otros
palafitos de algún lugar en Centroamérica, con las
edificaciones elevadas sobre el agua de la romántica ciudad
europea.
Como lo demuestro en este
artículo, existen más evidencias documentales a favor del
origen autóctono de la palabra que nos denomina como unidad
territorial, que testimonios acerca de una presunta
disminución de una gran ciudad del antiguo continente. La
versión de la "pequeña Venecia" es, sin embargo, la más
difundida, la más conocida, casi la única que el común de
los venezolanos maneja, incluso con orgullo. En esta
disminución lingüística, se encierran dos caras de una misma
moneda: en el anverso, la pequeñez y la minimización del
invadido ante el invasor; en el reverso, la grandeza de lo
impropio, de lo foráneo, lo magnífico de la lengua y la
cultura del viejo continente sobre la supuesta pobreza de
las tradiciones indígenas. Desde luego, hay una posición
racista en el transfondo. Este racismo no inspiró a Vespucio
para inventar un nombre. El racismo pudo haber inspirado,
siglos después, a los historiadores que constituían la voz
oficial del discurso dominante. No he podido determinar
quién fue el primero que puso a circular la versión de la
pequeña Venecia. En el importante diccionario de toponimia
de Adolfo Salazar Quijada (6) se recoge la
versión escrita por el historiador José Luis Salcedo
Bastardo (7). Arturo Uslar Pietri, gran
intelectual venezolano, fructífero en muchos aspectos, fue
también, muchas veces, y lamentablemente, voz cultural de
las clases dominantes, y fue uno de los que más propulsó la
versión de la pequeña Venecia, gracias a su relativa
popularidad y ascendiente mediático, labrado durante décadas
de permanencia en la televisión y la prensa.
A través de la industria
cultural y de los medios de comunicación social, se perpetúa
en el conocimiento y la memoria colectiva, por los más
diversos procedimientos, la versión de la pequeña Venecia.
Una canción del señor Ricardo Montaner llamada justamente
"La pequeña Venecia" sonó incontables veces en la radio, en
los videoclips. Un librito muy exitoso, aparentemente muy
vendido, del famoso historiador y tránsfuga político Manuel
Caballero, se titula "De la pequeña Venecia a la Gran
Venezuela". Aunque nadie leyese este libro, basta mirar su
portada en las vitrinas de las librerías o en las mesas de
los buhoneros, para impregnarse la conciencia,
inadvertidamente, de la pequeñez del nombre de nuestro país,
sobre todo al contrastarlo con el significado que tiene "La
Gran Venezuela" en el imaginario de los venezolanos de las
tres últimas décadas, con su significación de derroche y
fracaso.
Tenemos, pues, un nombre cuyo
origen se ha virtualizado. Nadie puede sostener con
conocimiento documental el cuento de la pequeña Venecia.
Todos citan las voces de Salcedo Bastardo, de Uslar Pietri,
de Caballero, de Montaner.
Esta historia virtual coexiste
con una historia real, que reposa en las bibliotecas
universitarias, y a la que pocos tienen acceso, impedidos
por la conformidad con la interesada versión industrial,
sostenida por los voceros de la clase dominante.
Como lingüista, pienso que una
buena manera de apoyar la versión de la autoctonía sería
estudiar las probabilidades, que yo pienso son muchas, de
que el vocablo Veneçiuela –que es el original cartográfico
en 1500- corresponda a una pronunciación castellanizada de
un vocablo de la lengua propia de la etnia Añú. La etnia Añu
o Paraujana es la aborigen de la zona de entrada al Lago de
Maracaibo. Los añú son los pobladores de la laguna de
Sinamaica y de los eternos palafitos que allí todavía se
edifican. Esto es lo que Vásquez Espinosa declaró hace 376
años. Lamentablemente, la lengua Añú está prácticamente
extinta tras centurias de segregación, con escasísimos
legados transcritos, aunque se hacen loables esfuerzos
actualmente para lograr su resurrección.
Pienso que las probabilidades de
que el nombre de nuestra patria derive de un diminutivo de
Venecia en el castellano o aún en el italiano de aquella
época, son realmente escasas. Además, he expuesto que no
existe ningún fundamento documental para atribuirle a
Américo Vespucio, ni a ningún otro invasor europeo, la
autoría del topónimo Venezuela. En este punto debo decir que
yo no soy original en esta exposición. Hace varios años, el
Hermano Nectario María, fecundo recopilador de nuestra
historia, llamó la atención sobre este asunto del nombre
cuando escribió sobre el Lago de Maracaibo. Fue el primer
venezolano en tener acceso al libro de Fernández de Enciso,
en el Archivo de Indias de Sevilla. El médico y filósofo
marabino Roberto Jiménez Maggiolo (8) ha
publicado recientemente una nota al respecto, y varios otros
intelectuales, sobre todo zulianos, han denunciado un
invento que parece fruto de los grupúsculos que han dominado
el flujo de conocimientos en nuestro país, y han querido
sustraer de nuestro patrimonio cultural hasta el nombre que
nos identifica como nación.
(1) Aunque de la presencia de Vespucio en
ese viaje existen dudas razonables, puesto que no es
mencionado por Hojeda en la relación del mismo.
(2) Americo Vespucio: Carta fechada en
Sevilla a 18-07-1500, dirigida a Lorenzo Médici (texto
italiano confrontado en las versiones de Bandini, Varnhagen
y Magnaglei), publicada en El Nuevo Mundo. A. Vespucio. Ed.
Nova. 1951. Buenos Aires. Páginas 94-125. Fragmento citado:
página 116.
(3) Americo Vespucio: Lettera trovate in
quattro suoi viaggi (texto italiano, reproducción fascimilar
procedente de Quaritch de 1893) Lisboa 04-09-1504, publicada
en 1941 por la UNAM. Páginas 197-267. Fragmento citado: pág.:
216.
(4) Martín Fernández de Enciso: Suma de
Geografía que trata de todas las partes y provincias del
mundo, en especial de las Indias Sevilla, 1519. El fragmento
que he citado está publicado en una fotografía tomada del
libro original en diciembre de 1948 y aparece en el folleto
Descubrimiento del Lago de Maracaibo Nectario María, s/f,
pagína 18.
(5) Origen de los nombres de los Estados y
Municipios de Venezuela. 1994. Caracas. Adolfo
Salazar-Quijada. Ediciones de la Comisión Nacional de
Nombres Geográficos.
(6) Historia Fundamental de Venezuela.
2004. Caracas. José Luis Salcedo Bastardo. Ediciones de la
Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela.
(7) Antonio Vázquez de Espinosa: Compendio
y descripción de las Indias Occidentales, transcrito del
original por C. Upson en Washington, 1948. Publicado en
Venezuela imágenes de cuatro siglos. Testimonios de viajeros
selecionados por H.J.Becco en Caracas, 1983. 261 pp. El
fragmento citado aparece en la página 70.
(8) Roberto Jiménez Maggiolo. Escalio. El
nombre de Venezuela es de origen indígena en Encontrarte.
Revista Cultural Alternativa. Año 2. Número 15. 15 de marzo
de 2005.